jueves, 12 de diciembre de 2013

Relato: siete vidas, como los gatos

 Los gatos tienen siete vidas, o eso dicen desde hace... no sé, muchos años. Creo que desde hace siglos. Yo no me lo creía. Los gatos son animales, y los seres vivos... ¿no morimos? Era la lógica de una chiquilla de siete años, pero pronto crecí. La realidad me golpeaba y yo me refugiaba pensando que la vida era muy cruel, pero que ya no volvería a vivirla y que dormiría para siempre jamás.
 Hasta que le conocí a él. Tenía los ojos verdes, el pelo negro como la noche, y se movía con la gracia de un felino. Caminaba como si tú fueras su presa. 
 No sé si fue amor a primera vista o si aquel sentimiento nació con el tiempo. Pronto comprendimos que era un amor imposible, pero que aquel sentimiento no era algo que dos chiquillos de diecisiete años sintiesen así como así. 
 Eran tiempos difíciles, y cada uno tenía su destino. Cada uno tenía sus obligaciones, y lo sabíamos. Era inútil fingir que no era así, por lo que decidimos dejar de vernos. Pero aquel sentimiento no se esfumó de mi corazón. 
 Él pronto se casó con una muchacha guapa y rica, que cuando muriera su padre, recibiría en su lugar un título nobiliario que lo convertiría, a él, su flamante esposo, en conde. 
 Me alimenté durante años de su felicidad, viviendo en soledad, encerrada en aquellos besos prohibidos y aquellas suaves caricias. No me sorprendió encontrarlo un día en mi puerta, con el rostro demasiado blanco como para estar vivo. Me manché las manos de sangre al sentarlo en mi humilde jergón, y sostuve su mano hasta que el alma se le escapó de los labios. 
 Me prometió que nos reencontraríamos en otra vida, como hacíamos siempre. Dijo entre susurros que íbamos a revivir nuestra historia en un futuro lejano, con la esperanza que acabase diferente, que acabase con el típico final feliz.
 No lo entendí. 
Parte de mi alma murió con él aquella noche, y no tardaría mucho en abandonar yo también el mundo de los vivos.
 Los gatos tienen siete vidas, o ese dicen desde hace... no sé, en mis anteriores vidas me lo dicen siempre y yo siempre he negado que fuera verdad. Porqué no soy un gato. Aunque sí es cierto que tengo siete vidas. Estoy reviviendo la séptima, y he decidido cambiar mi destino. Lo estoy esperando a él, esperando que aparezca milagrosamente en mi vida como hace siempre. Me mirará sorprendido, sabiendo que nos hemos visto antes, y cuando me pregunte mi nombre, recordará las seis vidas vividas, las seis oportunidades fallidas de querernos sin que nadie se interpusiera.
 Me llevo el café a los labios y levanto la vista de la libreta donde suelo escribir poesía. Detengo la taza a medio camino de mis labios, porqué alguien me mira desde otra mesa. 
 Sonrío contra la taza antes de darle un sorbo a mi café, sintiendo que el corazón me explota de nuevo.
 Me he reencontrado con mi hombre de ojos de gato.

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